Seguimos
bajando por la costa meridional y paramos en Risør,
según la guía un pueblo muy turístico de la costa, pero sin
embargo estamos casi solos.
El aparcamiento de autocaravanas en
Tjenngata es gratis si se aparca fuera de la zona de autocaravanas
(con enchufes para la luz y un sitio con alcantarilla que no está
claro si es un sitio de vaciado o no). Según me contó un señor,
hace 50 años la plaza estaba cubierta de agua y en invierno los
niños iban a patinar. Ahora es un parque dedicado a los caídos de
la segunda guerra mundial.
Fuimos
en bici por el pueblo y subimos andando hasta la roca Risørflekken,
una roca blanca que antaño servía de orientación a los marineros.
Más vistas desde la roca.
Más abajo de la costa está Lillesand, igualmente bonito y en el mismo estilo, donde pasamos un rato en el aparcamiento de autocaravanas que hay en el puerto, pero decidimos irnos por el precio astronómico de una noche allí (275 coronas con luz).
Dormimos en un área de descanso de la E39 cerca del pueblo de Holmen (en sentido contrario). Las vistas son bonitas.
Al día siguiente, seguimos un rato hasta Lyngdal. El pueblo no es nada especial, más bien feo, pero tiene una piscina con tobogán de agua, jacuzzi y sauna para los papás. Pasamos aquí la mayor parte del día. Detalle curioso, está en frente de dos plataformas petrolíferas, que empezamos a ver ahora en esta zona.
Por la tarde paseamos por Flekkefjord.
Un poco más de lo mismo. Desde allí, empezamos la ruta que sube a los fiordos por la carretera de la costa (44), más bonita que la autopista E39. Nos paramos en una de las numerosas áreas de picnic al lado de un laguito.










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